Nació el 11 de diciembre de 1820, a 32 kilómetros de Valencia. Fue la primera de cinco hijos de Francisco Naval y Josefa María Girbés. A las ocho años recibió el sacramento de la Confirmación y a los nueve la Primera Comunión. Como no había colegio público, pudo asistir, aunque por poco tiempo, al del Cabildo de la Catedral de Valencia, donde aprendió muy bien a bordar y un poco a leer, pero no a escribir.
El 13 de junio de 1833 muere su madre y, tras dejar la escuela, debe hacerse cargo de su padre y sus hermanos, que son acogidos por su tío Joaquín y su abuela Vicenta. La fe y la piedad crecen con la edad y a los 18 años hace voto de castidad perpetua. El 27 de julio muere también su abuela y por lo tanto tiene que hacerse cargo del gobierno de la casa y cuidar de su padre, su tío y sus hermanos.
Ingresó en la Fraternidad de la Orden Seglar de los Carmelitas Descalzos del convento de Valencia. Grande fue su amor por la Virgen del Carmen, por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Su vida espiritual creció al calor de la doctrina y la experiencia de los Santos del Carmelo y se convirtió en una demostración de cómo la santidad puede desarrollarse en todos los estados de vida, incluido el secular.
En 1850, ya madura en la vida de oración y en la práctica de las virtudes, sintió el impulso interior de ofrecer a los demás las riquezas de su alma. Con el permiso del párroco, comienza a reunir a sus amigos para lecturas, conversaciones y reflexiones espirituales; enseña gratuitamente el arte de bordar a las niñas de la ciudad y así su casa se convierte en laboratorio y escuela de espiritualidad. Allí se imparte el catecismo, se prepara a los niños para la Primera Comunión, se colabora con iniciativas parroquiales y se orienta a los jóvenes al Matrimonio o a la Vida Religiosa. Destaca sobre todo la práctica de la meditación, el ejercicio de la unión con Dios y la participación activa en la vida litúrgica y en las iniciativas sociales de la parroquia.
En 1877 con unas amigas buscando más profundidad, programó días de retiro en una casa de campo. En 1891 su salud, siempre precaria, empezó a deteriorarse a causa de unos problemas cardíacos. Murió el 24 de febrero de 1893. Fue enterrada con el hábito carmelitano, como lo había pedido expresamente en vida.
La ceremonia de beatificación tuvo lugar el 25 de septiembre de 1988.

