Nació en Turín (Italia) el 7 de enero de 1661, de los condes Fontanella. La madre procedía de la familia Tana, de Chieri, y era consanguínea en segundo y tercer grado con el beato Luis Gonzaga.
Mariana pasó una infancia tranquila, rodeada del cariño de sus padres y hermanos, en un ambiente señorial y acomodado, basado en sólidos principios cristianos. A la edad de unos ocho años quedó huérfana de padre, y fue golpeada por una grave enfermedad que la llevó a las puertas de la muerte, pero fue curada por la intervención milagrosa de la Virgen. Mariana resultó ser una niña muy vivaz, exuberante de vida y de ganas de vivir, muy sensible y cariñosa, curiosa por descubrir y experimentar la realidad que la rodea y, al mismo tiempo, atraída y fascinada por el misterio de Dios.
En el otoño de 1672 entró en las cisterciencienses en el Monasterio de Stella en Rifredo di Saluzzo y pasó aquí alrededor de un año y medio. A principios de enero de 1675 regresó con su familia.
El 19 de noviembre de 1676, Mariana, que aún no había cumplido los dieciséis años, fue acogida tras numerosas dificultades, en el Carmelo de Santa Cristina de Turín, tomando el nombre de sor María de los Ángeles. Allí siendo aún muy joven se le confió la formación de las novicias. El 26 de diciembre de 1677, Mariana finalmente pudo hacer su profesión religiosa. A partir de 1682 comenzaron los frecuentes éxtasis, que muchas veces se producían en público y la humillaban profundamente, pues se sentía una pobre pecadora. En 1694, con solo treinta y tres años, con dispensa de la Santa Sede, fue elegida priora. En 1696 Sor María obtiene la proclamación de San José como copatrono de Turín a quien dedicará el nuevo monasterio.
En 1703, sor María fundó el Carmelo de Moncalieri, que deseaba vivamente, para acoger a las jóvenes que no podían ser acogidas en Turín.
El 16 de diciembre murió en Turín.
La ceremonia de beatificación se llevó a cabo el 25 de abril de 1865.